Una noche sin luna, más bien. Viajo por una carretera comarcal. Dicha carretera es bastante solitaria, una serpiente sólo acompañada por una techumbre de estrellas, vestido de la bella Nut, diosa celeste del Antiguo Egipto.
A veces no puedo evitar sentirme sola en este paraje. Pero también me resulta agradable el clima de las noches veraniegas. A veces viajo simplemente por el placer de conocer mundo, de perderme. Es mi sueño a vivir y mi estrella a seguir. Soy una nave sin rumbo pero con la certeza de que al final de la carretera habrá un pueblo o ciudad que me acoja hasta que quiera volver a partir.