El ocaso hace que el cielo de la pequeña ciudad cambie de tono, en un hermoso espectáculo de luz y color. Unos días es de un hermoso azul oscuro y otros parece que tengamos el mismísimo Infierno sobre nuestras cabezas. Y las nubes se encargan de dar una nota de relieve al celestial cuadro. Ni Goya lo hubiese pintado mejor.
Es una maravilla ver cómo las primeras farolas se encienden tímidamente cuando aún no es noche cerrada. Como a nosotros, les cuesta despertarse. Se desperezan para luego, todas juntas, crear un maravilloso juego de luces que embellecen la ciudad y juegan con las sombras de la gente que pasa por las calles.
Es la hora perfecta para salir a pasear.
Es una maravilla ver cómo las primeras farolas se encienden tímidamente cuando aún no es noche cerrada. Como a nosotros, les cuesta despertarse. Se desperezan para luego, todas juntas, crear un maravilloso juego de luces que embellecen la ciudad y juegan con las sombras de la gente que pasa por las calles.
Es la hora perfecta para salir a pasear.
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