Las busco por toda la ciudad, pero la luz de las farolas las eclipsa, así que es complicado verlas a no ser que salga de la civilización, cosa que esta noche no me apetece nada.
Menos mal que en mi rincón predilecto se ven, aunque se asoman tímidas. Cuando era pequeña, me pasaba viajes enteros admirándolas maravillada e imaginando los diseños que formaban, lo que hacía que me aburriera si el viaje era de día. No puedo evitar volver a repetir el ritual siempre que viajo por carretera, una especie de recuerdo de que, aunque crezcamos, todos tenemos un niño interior.
Vaya por donde vaya, me siento acompañada por ellas, y lamento no poder vislumbrar su belleza todas las noches desde mi balcón.
Me encantaría coger unas cuantas para encerrarlas en un bote y poder admirarlas toda la eternidad sin tener que salir al campo.
Menos mal que en mi rincón predilecto se ven, aunque se asoman tímidas. Cuando era pequeña, me pasaba viajes enteros admirándolas maravillada e imaginando los diseños que formaban, lo que hacía que me aburriera si el viaje era de día. No puedo evitar volver a repetir el ritual siempre que viajo por carretera, una especie de recuerdo de que, aunque crezcamos, todos tenemos un niño interior.
Vaya por donde vaya, me siento acompañada por ellas, y lamento no poder vislumbrar su belleza todas las noches desde mi balcón.
Me encantaría coger unas cuantas para encerrarlas en un bote y poder admirarlas toda la eternidad sin tener que salir al campo.
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